Curiosamente, en aquel momento yo, que soy rebelde porque el mundo me hizo así, la detestaba. Decía que era “de niñas tontas y pijas”, al igual que el rosa y ahora me encanta.
A pesar de todo, con el paso del tiempo, fui aprendiendo a quererla. Incluso compré un jacuzzi y un novio para ella. Un novio que, por cierto, no era Ken.
Cuando Barbie y yo por fin fuimos amigas de verdad, yo ya era lo suficientemente mayor (o adolescente, mejor dicho) para dejar de pensar en juguetes y mis intereses cambiaron.
Paralelamente, las muñecas con cuerpo de mujer comenzaban a proliferar en los catálogos infantiles. Las primeras que puedo recordar son las Bratz. Después, llegaron las terroríficas Monster High, las Even After High y, más recientemente, llegó Lammily, “la anti-Barbie con medidas de mujer real que viene con complementos como estrías, celulitis, arrugas, heridas, tatuajes y hasta acné” y que “no tiene los pies arqueados de llevar tacones y sus articulaciones le permiten practicar deportes”, según explica elPeriodico.
Sin embargo, ese abanico de posibilidades no ha hecho más que convertir a la muñeca de Mattel en un mito que sobresale entre el resto. Al menos para las niñas grandes –estoy segura de que las pequeñas de hoy prefieren a las Monster High–, que ahora lucimos el logotipo de la muñeca con orgullo.
Pero, la pregunta es ¿cuando volvió a desatarse la fiebre Barbie? En verano de 2014, S-Moda y el resto de medios especializados en tendencias se hacían eco de una colección de Forever 21 con Barbie como protagonista, #BARBIELOVESF21.
Después de aquel boom veraniego, en septiembre del mismo año, llegó la colección cápsula primavera - verano 2015 de Moschino y la moda del todo al rosa alcanzo su punto álgido.
Tanto es así que publicaciones digitales como mujerhoy.com desafían abiertamente los mandamientos del gurú Karl Lagerfeld, diseñador de moda y director creativo de Chanel, para hacer caso de la propuesta de Jeremy Scott, también modisto y director creativo de Moschino:
6 de marzo de 2015,
María Aguirre, mujerhoy.com
El desfile de Scott, que mostraba a modelos reconvertidas en auténticas Barbies de los 80’s, con enormes, cardadas y voluminosas melenas rubias onduladas y sus accesorios a juego (bolsos, funda para iPhone y patines incluidos), volvía a consagrar a Barbie como icono de moda y belleza.
Personalmente, las prendas, basadas en su mayoría en la impresión repetida del logotipo de la casa italiana sobre fondos rosas y negros, me parecen espectaculares. Además, su estilo desenfadado y naíf las hacen muy “ponibles” para el día a día. Exceptuando si trabajas en un bufete de abogados, claro está…
No obstante, a pesar de ser muy “ponible” está colección es muy poco accesible, por el tema del precio. Un top crop de manga larga de punto asciende a 380 euros y la falda a juego a 291 euros, por ejemplo. Evidentemente, Moschino es lo que es, una firma de lujo y los precios no podrían ser diferentes.